YO SOY EL BUEN PASTOR
Juan 10:11-18, 27-29.
Predicado por primera vez por el Pbro. Diego Teh Reyes, en la congregación “Dios está aquí” de la Hda. Lepán, mpio. de Tecoh, Yucatán; el día sábado 20 de Junio del 2015, a las 19:00 horas.
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INTRODUCCIÓN: Cuando la palabra de Dios habla de pastores en el Antiguo Testamento, no solamente se refiere a aquellas personas que se dedican en el campo a cuidar ganado ovino, sino se refiere a toda persona que tiene la responsabilidad de guiar a otras hacia cualquier bienestar. Por ejemplo, el sacerdote es considerado como un pastor porque guía a una persona a adorar y restaurar su relación con Dios; el profeta es considerado como un pastor porque mediante su exhortación a la manera incorrecta de vivir de las personas las guiaba hacia el arrepentimiento y el cambio de su manera de vivir; el rey también era considerado como pastor porque mediante su gobierno debería guiar a todo el país hacia la seguridad, la paz, y el progreso. Pero si hacemos una lectura por lo menos del capítulo 34 del libro del profeta Ezequiel, encontraremos una queja de Dios en contra de muchas personas que fueron constituidas desde distintas responsabilidades como pastores del pueblo de Dios. Dios dijo de ellos que muchos de sus pastores estaban fallando en su deber, por lo que por medio del profeta Ezequiel, Dios mismo anunció lo siguiente: “Yo salvaré a mis ovejas, y nunca más serán para rapiña; y juzgaré entre oveja y oveja. / Y levantaré sobre ellas a un pastor, y él las apacentará; a mi siervo David, él las apacentará, y él les será por pastor” (Ezequiel 34:22,23). Esta profecía tiene su cumplimiento en la persona de Jesús, el pastor enviado por Dios para pastorear correctamente a sus ovejas. Cuando Jesús comenzó su ministerio pastoral, los pastores religiosos de la gente eran los afamados y prestigiosos fariseos, que en vez de pastorear el corazón de la gente, las tenían abandonadas. Cuando “Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo” (Mateo 9:35), nos dice el apóstol Mateo que Jesús: “…al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor” (Mateo 9:36). Prueba del abandono que hacían los fariseos hacia las personas, es que a una mujer adúltera la evidenciaron públicamente, insinuando que debería aplicarse a ella la pena de muerte por apedreamiento, olvidándose ellos de que su deber era restaurar la vida de aquella pobre mujer (Juan 8:1-11). Otra prueba de abandono pastoral es que al hombre que fue sanado por Jesús de su ceguera de nacimiento, quien solo por haber confesado que Jesús fue quien le sanó, le expulsaron de la congregación de los fariseos, en vez de pastorear su corazón (Juan 9:1-41). Pero Jesús veía a las personas, muy distintamente como los fariseos las veían, pues “al ver las multitudes (no solo a una o dos personas, sino a las multitudes), tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor”. Este fue el comienzo de la revelación de la divina vocación de Jesús de ser el verdadero pastor de las almas humanas, y que poco tiempo después, revelando esa identidad propia de su naturaleza, repetidamente dijo: “Yo soy el buen pastor” (Juan 10:11,14).
En este mensaje de la serie CONOCIENDO LOS YO SOY DE JESÚS, voy a enfatizar la frase: “Yo soy el buen pastor” con la que Jesús se identifica primeramente como Dios, al mismo tiempo que explica una especial función divina y salvadora que él realiza para con los seres humanos, tal como lo hace un pastor para con las ovejas de su rebaño. Pero, primero, como hago cada vez que predico sobre una frase en la que Jesús dice: “Yo soy…”, voy a hacerles la aclaración de que tales palabras usadas por Jesús en distintas ocasiones, no es un cualquier ‘yo soy’ sino que al pronunciarlas estaba diciendo que él es Dios, debido a que en el pasado Dios reveló a Moisés, a los egipcios, y a los Israelitas, diciendo que su nombre es: “YO SOY EL QUE SOY” o también solamente como “YO SOY” (Éxodo 3:14). Así que en el entendimiento de la gente de la época de Jesús, estas palabras no deberían ser pronunciadas por ninguna persona, porque era el nombre sagrado del Ser de Dios. Las veces que Jesús utilizó esta expresión, causó el enojo de los judíos, especialmente de los religiosos de su época, una de las razones que los motivó a perseguir a Jesús para condenarlo a ser crucificado. Pero cuando Jesús se identifica como Dios, aprovecha al mismo tiempo utilizar la figura del pastor de ovejas que responsablemente cumple su deber para con las ovejas de su propiedad, comunicando así de manera ilustrada que él siendo Dios trata a las personas de una manera tal como el pastor que es bueno lo hace por sus ovejas.
Pero de manera específica, voy a exponerles en este mensaje que Jesús tenía razones muy especiales para identificarse como “Yo soy el buen pastor”. / ¿Cuáles fueron las razones por las que él se identificó de esa manera? / A través de Juan 10:11-18, 27-29, iremos descubriendo qué razones tenía Jesús para identificarse y declararse como “Yo soy el buen pastor”.
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La primera razón por la que Jesús se identificó como “Yo soy el buen pastor”, es:
I.- PORQUE SU MISIÓN ERA DAR SU VIDA POR TODAS SUS OVEJAS.
Jesús, después de afirmar que él es el buen pastor, explica cómo es un buen pastor de los que en el campo se dedican al cuidado del ganado ovino, y se lo atribuye a sí mismo esa cualidad diciendo: “…el buen pastor su vida da por las ovejas. / Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. / Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas” (Juan 10:11b-13). Ser pastor, no era trabajo fácil, es poner en riesgo de muerte la propia vida, porque el pastor tenía que enfrentar a los lobos que asediaban a las ovejas, pero si el lobo o grupo de lobos atacaban al pastor que defiende las ovejas, él mismo podría resultar herido o hasta muerto, por lo que realizar esta labor era un riesgo para la vida del pastor.
En la ilustración que hace Jesús acerca del peligro que enfrentaban los pastores de ovejas, solamente menciona a los lobos, pero en una antigua historia de aproximadamente mil años atrás, prácticamente en el mismo lugar, el joven David antes de ser rey, le dice al rey Saúl: “…Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, / salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. / Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba;…” (Ver 1 Samuel 17:34-36). O sea, el pastor tenía que enfrentar diversas fieras como leones y osos, así como lobos, y otras inclemencias como la lluvia y el frío, poniendo en peligro su propia vida, todo por cuidar bien a sus ovejas como buen pastor.
Amados hermanos, por eso cuando Jesús anuncia que él como buen pastor “su vida da por las ovejas”, estaba anunciando el precio que estaba dispuesto a pagar para el rescate eterno de las ovejas humanas, y que en realidad pagó dando “su vida” en la cruz del Calvario.
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La segunda razón por la que Jesús se identificó como “Yo soy el buen pastor”, es:
II.- PORQUE SU MISIÓN ES CONOCER POR NOMBRE A TODAS SUS OVEJAS.
Jesús, después de afirmar nuevamente que él es el buen pastor, y después de explicar que su vida da por sus ovejas, explica también lo siguiente: “… y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,” (Juan 10:14). Todo buen pastor tenía que conocer a todas sus ovejas tanto por sus características como por el nombre que él mismo previamente les ha asignado. Es lo que Jesús mencionó acerca de los verdaderos pastores cuando dijo de ellos: “…las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre” (Juan 10:3). Pero en el contexto de Jesús como el buen pastor, cuando dice: “conozco mis ovejas” no se estaba refiriendo al ganado ovino, sino a las personas que como ovejas somos perfectamente conocidas por él mismo lo que garantiza la mejor atención pastoral divina que una persona necesita.
Fred H Wight, en su libro Usos y Costumbres de las tierras bíblicas, en el capítulo 20 sobre la agricultura, explica: Actualmente el pastor oriental se deleita en poner nombre a ciertas de sus ovejas, y si su rebaño no es grande, a todas las ovejas les pondrá nombres. Las conoce por medio de ciertas características individuales. Las nombra así: “Pura Blanca”, “Listada”, “Negra”, “Cafés”, “Orejas Grises” etc. Esto indica la tierna afección que el pastor tiene para cada una de sus ovejitas. […] El pastor está profundamente interesado en cada una de sus ovejas. A algunas de ellas puede ponerles nombres favoritos, por causa de algún incidente relacionado con ellas. Por lo general, las cuenta diariamente por las tardes al entrar ellas al redil, pero algunas veces el pastor no lo hace porque puede percibir la ausencia de cualquiera de sus quejas. Cuando la oveja se pierde, él siente que falta algo del rebaño entero. A un pastor en el distrito del Líbano se le preguntó si contaba sus ovejas todas las tardes. Contestó en forma negativa, luego se le preguntó cómo sabía entonces si todas sus ovejas están presentes. Esta fue su contestación: “Jefe, si usted me pone un lienzo sobre los ojos, y me trajera cualquiera oveja y me permitiere tan sólo poner mis manos en su cara, podría decir al momento si era mía o no”. Cuando el señor H. R. P. Dickson visitó los desiertos árabes, presenció un evento que le reveló el conocimiento asombroso que tienen algunos pastores de sus ovejas. Una tarde, poco después que obscureció, un pastor árabe principió a llamar una por una, por sus nombres a las cincuenta y una ovejas madres, y pudo separar el cordero de cada una de ellas y ponerlo con su madre para que lo alimentase. El hacer esto en plena luz sería una hazaña para muchos pastores, pero éste lo hizo en completa oscuridad, y en medio del ruido proveniente de las ovejas que llamaban a sus corderitos, y estos balando por sus madres. Pero ningún pastor oriental tuvo un conocimiento de sus ovejas más íntimo que el que tiene nuestro Gran Pastor de aquellos que pertenecen a su rebaño. Él dijo una vez hablando de sí: “Yo soy el buen pastor, y conozco mis ovejas” (Juan 10:14)[1].
Amados hermanos, que hermoso es saber que Jesús el Dios que se constituye como nuestro Salvador, tal como un pastor de ovejas, conoce no solamente nuestros nombres, sino también nuestros problemas, y nuestras necesidades fundamentales, y que por tal motivo él mismo actúa para liberarnos primeramente de los problemas eternos, luego de nuestros problemas internos del alma, luego de los problemas externos. Pero, lo bueno, es que con tal conocimiento que él tiene de nosotros, no lo utiliza para manipularnos, sino para pastorearnos divinamente.
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La tercera razón por la que Jesús se identificó como “Yo soy el buen pastor”, es:
III.- PORQUE SU MISIÓN ES TRAER AL REDIL A TODAS SUS OVEJAS.
Un pastor de ovejas siempre tiene un número limitado de ovejas, pero en el caso de Jesús como el buen pastor de las almas humanas, siempre hace falta por lo menos una oveja más cada vez; es por eso que Jesús dijo: “También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor” (Juan 10:16). Jesús como buen pastor, estuvo realizando en toda Palestina, esta función de traer ovejas a su redil, acudiendo a los ciegos, a los cojos, a los publicanos, a los fariseos, a los doctores de la ley de Moisés, al público en general, etc… Eso es lo que como siete siglos antes, el profeta Isaías habló de Jesús, cuando dijo: “Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas” (Isaías 40:11). El buen pastor, tenía la tarea de traer al redil a todas las ovejas aún si fueran adultas; y si fueran corderos (menores de un año), con tal de llevarlas al redil los tenía que llevar en sus brazos o abrazarlas contra su pecho; y si era recién nacida le dará el trato más suave posible de acuerdo a la fragilidad de sus tiernos cuerpecitos. Es esta tarea del buen pastor que Jesús utilizó para indicar que él tenía que hacer todo lo posible para traer a las personas al redil de Dios, no importando la buena o mala fama que una persona tenga o hay tenido.
Hay un relato que San Lucas nos ofrece que dice así: “Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle, / y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come. / Entonces él les refirió esta parábola, diciendo: / ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? / Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; / y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido. / Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento” Lucas 15:1-7). Jesús era ese buen pastor que siempre estaba en busca de una oveja más para el redil del reino de las ovejas de Dios, o sea de los pecadores que se arrepienten. Siendo Jesús el buen pastor, no se rindió por que los fariseos le criticaran por convivir con un despreciado y publicano traidor de la patria, no se rindió por que los fariseos le criticaban al verle conviviendo con la gente considerada como pecadora impenitente, pues ellos fueron los que uno por uno, y a veces en multitudes, entraban al divino redil que Jesús comenzó a formar durante su ministerio.
Amados hermanos, gracias a Dios no fuimos abandonados en nuestra desgracia eterna fuera del redil de las ovejas, y con más razón no estamos abandonados ahora que estamos dentro del redil. Jesús se dio cuenta que estábamos yendo en sentido contrario de su redil, alejándonos cada vez más de las benditas misericordias que tenía preparadas para nosotros. Ni sabíamos si había un redil para nosotros, es más ni sabíamos si estábamos en peligro eterno, ni tampoco nos dábamos cuenta de que estábamos en perdición, pero gracias a que él vino en busca de cada uno de nosotros, y nos trajo al redil donde junta a todo su rebaño de ovejas que lleva rumbo hacia la vida eterna. Gracias por este divino favor que nos ha sido prestado para nuestra salvación eterna.
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La cuarta razón por la que Jesús se identificó como “Yo soy el buen pastor”, es:
IV.- PORQUE SU MISIÓN ES DAR VIDA ETERNA A TODAS SUS OVEJAS.
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, / y yo les doy vida eterna;…” (Juan 10:27-28a). El pastor de ovejas no podía dar vida a sus ovejas, puesto que sus animalitos son seres a quienes al igual que a los seres humanos, es Dios quien les da la existencia y la vida; pero el pastor, ante los muchísimos peligros de los cuáles libraba a las ovejas de la muerte, se puede decir que les ayudaba a seguir con vida. Los peligros eran los lobos, los leones, y los osos, que los agredían para matar; pero era también el frío, especialmente cuando todavía eran unos pequeños corderitos que podrían no soportar esta inclemencia de la naturaleza; y sin falta también estaba el peligro de los ladrones que entraban a los rediles para degollarlos y llevárselos muertos. El pastor, especialmente si es el dueño de las ovejas, tenía que cuidarlos de todos esos peligros, para mantenerlos con vida, sino muy pronto todas estarán muertas.
En el caso de Jesús, quien se identifica como el divino buen pastor, habla de una vida para los humanos distinta a la que se tiene al estar unido nuestro espíritu a nuestro cuerpo. Habla de una vida que se trata de una comunión restaurada del pecador para con Dios. Para entender esto, tenemos que observar que la muerte debe entenderse solamente como una separación del espíritu del cuerpo, por lo que cuando el espíritu de una persona sale del cuerpo donde ha estado, entonces, se dice que la persona murió. En otras palabras, muerte, significa “separación”. De esta manera cuando la palabra de Dios dice que una persona está muerta “en sus delitos y pecados” y cuando dice que “la paga del pecado es muerte”, lo que está diciendo es que por causa del pecado una persona está separada de su relación y comunión con Dios. Además, cuando la palabra de Dios habla de muerte eterna, con este concepto está diciendo que una persona queda separada eternamente de Dios, quedando totalmente fuera de su presencia celestial en la eternidad, y quedando única y totalmente a merced de la condenación eterna. Por eso, cuando Jesús al identificarse como “el buen pastor”, realmente de las personas y no de ganado ovino, dice de las personas: “y yo les doy vida eterna”, palabras con las que primeramente está diciendo que él hace que una persona que se encuentra “muerta” delante de Dios (separada de su comunión actual con Dios), pase a tener vida eterna, desde ahora y para la eternidad, pues vida eterna no consiste en la prolongación de una vida limitada por el tiempo, sino una comunión con Dios, ya sea ahora en el tiempo, o en la eternidad. Es lo contrario de estar separado de la comunión con Dios. Al respecto de este concepto, la noche antes de su crucifixión cuando Jesús oró a su Padre en el huerto del Getsemaní, entre su oración dijo algo importante que nos define lo que es la vida, diciendo: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3).
Amados hermanos, estar separados de Dios es como no estar vivos, es estar muertos en vida, es paralizante, tal como Jesús explicó en otra ocasión en un contexto muy similar, diciendo a sus discípulos: “separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5). Así que, gracias a Jesús nos dio la gracia de conocer a Dios por medio de solamente la fe en él, y como resultado nos ha concedido no solo el privilegio de vivir por vivir, sino de vivir en comunión eterna con Dios. Ni siquiera tenemos que esperar el futuro, pues el mismo futuro ya comenzó ahora en nosotros, porque la vida eterna ya comenzó en nosotros.
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La quinta razón por la que Jesús se identificó como “Yo soy el buen pastor”, es:
V.- PORQUE SU MISIÓN ES DAR SEGURIDAD A TODAS SUS OVEJAS.
Después de que Jesús afirma de que a sus ovejas las personas a quienes trae al redil de la salvación, añade una gran información de otro beneficio para los que ya son salvos, diciendo lo siguiente: “…y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. / Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre” (Juan 10:28b-29). Lo evidente por la repetición que Jesús hace dos veces acerca del mismo asunto, es que además de estar a salvo de los peligros que existen fuera del redil, ahora cada persona debe tener la seguridad de que su salvación por medio de Jesús “el buen pastor”, no es temporal sino permanente, eterno, y eficaz, sin que hubiese margen para ningún mínimo error que pudiese resultar en que una oveja salvada sea arrebatada. No puede suceder, porque Dios el Padre y Jesús hacen un trabajo conjunto. Jesús por su parte, garantiza que los que están a salvo por él “no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano”. Y de la misma seguridad para los salvos pero en manos de su Padre dice también que: “nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre”.
En el trabajo pastoral, durante el cuidado que se les brinda a las ovejas, a pesar de ello, debido a la naturaleza y astucia de los lobos, leones y osos, así como de la sigilosidad del ladrón que brinca la cerca para matar y robar ovejas, y sumado al descuido quizá intencional o aún no intencional de los pastores, en ocasiones alguna o varias ovejas les son arrebatadas de la mano, pero en el caso de Jesús no sucede así, pues en él hay una completa y doble seguridad de protección eterna en contra de los ataques del diablo.
Amados hermanos, sobre la seguridad de nuestra salvación, voy a citarles las palabras que el apóstol Pablo compartió a los romanos, diciéndoles: “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, / ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:38,39). Gracias a la divina y buena labor pastoral de Jesús. Usted si en verdad ha creído que Jesús murió para pagar por los pecados de usted, no debería tener ninguna duda acerca de si es salvo o no, pues mientras él diga que hay seguridad de salvación, es que lo hay. No en vano dijo: “Yo soy el buen pastor”, pues nos hace sentir seguros en él.
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CONCLUSIÓN: Amados hermanos, qué bendición que Dios haya querido pastorear personalmente nuestras almas. Hoy podemos decir “Jesús es mi pastor”, igual como David en la antigüedad dijo: “Jehová es mi pastor”. No hay ninguna diferencia, Jesús es el mismo Jehová que en el Antiguo Testamento se dio a conocer como “YO SOY” o como “YO SOY EL QUE SOY”, lo mismo que Jesús afirmó cuando dijo: “Yo soy el buen pastor”. Es una gran bendición que Dios mismo por medio de Jesucristo, sea nuestro buen pastor. Gracias a su vida que dio en la cruz del Calvario, y por el conocimiento que tiene de nosotros, nos salvó, nos ha dado vida eterna, y nos da la seguridad de que todo eso es cierto y tan real.
[1] Fragmentos tomados del Capítulo 20 del Libro Usos y Costumbres, disponible e: http://www.seminarioabierto.com/tiempos20.htm
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