DIOS ES EL AUTOR DE LA FAMILIA
Varios textos.
Predicado por primera vez por el Pbro. Diego Teh Reyes, en la congregación “Ebenezer” de la Col. San José Tecoh, de Mérida, Yucatán; el día domingo 05 de Julio del 2015, a las 18:30 horas.
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INTRODUCCIÓN: Le di una hojeada al libro del filósofo y revolucionario alemán Friedrich Engels, “El origen de la familia, la propiedad privada, y el estado”, en el que mayormente comparte aportaciones anteriores del abogado, antropólogo, etnólogo y escritor estadounidense Lewis Henry Morgan. Desde su punto de vista antropológico y social solo describe la evolución que va desde lo que él llama salvajismo, pasando por la barbarie, y luego a la civilización de los modelos familiares a través de la historia y de todas partes del planeta. Aborda su investigación partiendo de la familia que ya estaba existiendo, por lo que su obra solamente enfatiza la evolución de los modelos familiares dentro de las culturas del pasado, pero no trata realmente del origen de la familia tal como lo presenta las Sagradas Escrituras de nuestra fe.
Es un privilegio para mí el dar inicio con el primer mensaje de la serie CARTAS A LA FAMILIA que se estará exponiendo en esta congregación durante este mes de Julio 2015. Ahora más que nunca, cuando internacionalmente (e incluye a nuestro país) se está redefiniendo el concepto ‘familia’, los creyentes tenemos que ir a la definición no del derecho, no de la sociología, no de la antropología, ni de la etnología, sino de la teología bíblica revelada por el mismo Espíritu Divino, para que por lo menos en nuestras familias haya un buen entendimiento de lo que es y debe ser la familia en la perspectiva de Dios, pero también con la visión de promover en nuestro entorno no solamente eclesiástico sino social, la sana doctrina acerca de la familia.
En este mensaje de apertura, basado en las Sagradas Escrituras, voy a compartirles que Dios es el autor de la existencia de la familia lo cual se hace evidente en los atributos comunicables de Su naturaleza. Los atributos comunicables de Dios, son aquellos que él comparte con los seres humanos, sin que estos nos divinicen, sino que solamente nos da la personalidad que dignamente nos hace creación especial de Dios y nos pone en la posición de ser sus representantes aquí en la tierra. Pero, los atributos comunicables de Dios no solamente se encuentran depositados en cada persona, sino que también están depositados en la familia, comenzando con el matrimonio. / ¿Cómo los atributos comunicables de Dios hacen evidente que Dios es el autor de la existencia de la familia? / Mediante un breve análisis de algunos versículos (sin ignorar su contexto, ni del principio de que toda la Escritura interpreta cualquier otra porción de la misma Escritura), les voy a compartir algunas similitudes entre Dios y la familia humana, que implican la comunicación de los atributos de Dios hacia la familia, que confirman que Dios es el autor de la existencia de la familia.
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La primera similitud entre Dios y la familia que confirman que Dios es el autor de la existencia de la familia, es:
I.- LA EXPRESIÓN DE SU SEMEJANZA EN NÚMERO.
El autor del libro del Génesis, el profeta Moisés, divinamente inspirado escribió: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1:27). En esta descripción acerca no de un individuo sino de la pareja heterosexual que constituye la base para la formación de la familia, primero se explica que la pareja es “imagen de Dios”, y segundo al describir que tal imagen consiste en “varón y hembra”, por supuesto que no está explicando absolutamente nada sobre sexualidad divina sino que solamente está enfatizando el número que constituye la base de la formación familiar, que es dos.
Considerando según la doctrina general de las Sagradas Escrituras que Dios es tres personas distintas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo en una sola divinidad, por lo que con toda propiedad Dios es una familia; y considerando que Dios creó a la humanidad no compuesta de solamente varones ni de solamente mujeres, sino de dos personas distintas descritas como “varón y hembra”; lo que Moisés nos dice es que la semejanza que tiene la humanidad no es semejanza en sexualidad sino semejanza en número, porque siendo Dios tres personas las que forman Su familia, aunque a nosotros no nos hizo en tríos como base familiar, tampoco nos hizo solitarios sin familia, sino duales para formar una familia y para que vivamos en familia. Así que en el mismo relato de la creación del hombre, tenemos más bien la descripción de la creación de la familia constituida por un varón y una mujer, lo que también descarta las tendencias sociales de formar bases familiares con solamente dos hombres o solamente dos mujeres, que en vez de procrear hijos para extender la familia, los puedan adoptar.
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La segunda similitud entre Dios y la familia que confirman que Dios es el autor de la existencia de la familia, es:
II.- LA EXPRESIÓN DE SU COMUNIÓN.
Una de las cosas innegables acerca de las tres personas que conforman la Divinidad es que no son personas antagónicas entre sí, al grado de que no quieran estar unidas, sino que aman convivir entre sí. Jesús mismo estando aquí en la tierra, por ejemplo dijo: “…yo soy en el Padre, y el Padre en mí” (Juan 14:10,11), y un día junto al río Jordán se escuchó una voz del cielo que era del Padre quien dirigió sus palabras a Jesús, diciéndole: “…Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia” (Marcos 1:11) lo que indica que las personas de la Divinidad están en permanente y armoniosa comunión, pues ni siquiera la distancia que hay entre el cielo del Padre hizo que se rompiera esa indestructible comunión.
Durante la creación del primer ser humano, Dios mismo tomó en consideración este atributo de comunión entre los tres miembros de su familia, por lo que dijo: “No es bueno que el hombre esté solo” (Génesis 2:18). Por esta razón, Dios hizo que el varón estuviera acompañado por la mujer y que la mujer también esté acompañado por el varón, porque si no fuese así la voluntad de Dios, no era nada difícil para Dios que al haberlos creado los pusiera a cada uno en planetas distintos, como sugiere el escritor estadounidense John Gray en su libro “Los hombres son de Marte y las mujeres de Venus”[1], quien por cierto se divorció de su primera esposa Bárbara y se casó de nuevo con Bonnie[2]. Pero la decisión de Dios de crear no solamente al hombre sino también a la mujer para que ninguno de los dos estén solos, por lo que no los puso para vivir por separado sino juntos, siendo Dios mismo quien trajo a Eva junto a quien sería su compañero para toda la vida. Es por esta motivación de no soledad, sino de compañerismo o comunión comunicado por Dios en los corazones tanto del hombre como de la mujer, que hay un impulso natural en todo ser humano de anhelar buscar a quien amar conyugalmente, y con quien compartir un proyecto de vida amoroso y efusivo, para procrear hijos, preparándolos también para enfrentar todos los aspectos de la vida hasta que ellos también se vayan del hogar en busca de la persona con quien compartir el resto de sus vidas. Esto es una expresión de la comunión Divina que Dios puso en el corazón tanto del hombre como de la mujer para formar una nueva y propia familia.
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La tercera similitud entre Dios y la familia que confirman que Dios es el autor de la existencia de la familia, es:
III.- LA EXPRESIÓN DE SU UNIDAD.
Haciendo un análisis acerca de la unidad de las personas de la Divinidad, quedamos sorprendidos de su perfecta unidad, pues en todo plan Divino, los tres participan de manera voluntaria manifestando así la unidad que hay entre ellos mismos. Por ejemplo, en el plan divino de redención a favor de la humanidad, las Escrituras nos presentan un cuadro de perfecta unidad, en el que el Padre es quien elige de entre toda la humanidad a aquellos a quienes por gracia Él quiso salvar de la condenación eterna a lo largo de toda la historia de la humanidad. Jesús por su parte no se quejó absolutamente de los criterios de justicia y de gracia que el Padre utilizó para hacer la elección, sino que Jesús se comprometió a venir a este mundo, y lo cumplió, y vino no solamente de viajero extraterrestre, sino para pagar la sentencia meritoria por los pecados de la humanidad mediante la muerte de cruz con derramamiento de sangre para satisfacer la justicia del Padre. Cuando Jesús regresó al cielo, el Espíritu Santo a tan solamente 10 días, en el día judío del Pentecostés, vino a este mundo para quedarse desde entonces y para siempre con la iglesia, y para trabajar en las personas no creyentes para convencerlos de juicio, de justicia, y de pecado (Cf. Juan 16:8-11). Todo ese plan Divino de redención se ha estado y se está logrando, gracias a la perfecta UNIDAD que hay entre ellos.
En el acto creador bíblico, Moisés relata que luego que Dios trajo a Eva para entregársela a Adán, este hombre termino diciendo: “…Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada” (Génesis 2:23). Sintió que ella es parte de él, y estoy seguro que ella también sintió que formaba parte del ser de aquel primer hombre. La unidad en la base familiar, es una característica propia de la Santísima Trinidad, que
cuando Dios mismo creó a la familia humana tuvo la misma visión de que hombre y mujer vivan bajo esa virtud de la unidad, por lo que puso en ellos la completa capacidad no solamente para vivir juntos sino para realizar todos sus buenos proyectos de vida en completa unidad.
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La cuarta similitud entre Dios y la familia que confirman que Dios es el autor de la existencia de la familia, es:
IV.- LA EXPRESIÓN DE SU INDIVISIBILIDAD.
Una más de las características de Dios es que nadie puede decir que Jesús está en el corazón o vida de una persona y hacer un lado al Padre y al Espíritu Santo. No se puede tener al Padre, sin que estén presentes en la misma persona al Hijo y al Espíritu Santo. No se puede afirmar que el “Espíritu Santo mora en vosotros” (Cf. Romanos 8:9,11), sin que también esté el Padre y el Hijo. El Catecismo Menor de Westminster, uno de nuestros símbolos doctrinales históricos, a la pregunta número 6 que dice: ¿cuántas personas hay en la Divinidad?, responde diciendo: “Hay tres personas en la Divinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; y estas tres personas son un solo Dios, las mismas en sustancia, iguales en poder y gloria”[3]. Al decir que “esta tres personas son un solo Dios” y no tres Dioses, implica que hay una unión misteriosa pero indivisible. Al decir que las tres personas son “las mismas en sustancia”, está afirmando que no son de tres ni de dos sustancias, sino que los tres comparten al mismo tiempo una sola sustancia, lo cual los hace indivisibles e inseparables uno del otro, pues cada persona Divina es parte total de las otras dos personas Divinas. Dios es indivisible en sus personas por ser los tres una sola sustancia.
Cuando Moisés luego de relatar la creación y constitución de la familia, dice “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:24), pero al decir que “el hombre […] se unirá a su mujer y serán una sola carne”, está indicando que en la constitución de una nueva familia, dos dejan de ser dos, pues dos se convierte en solamente uno, que ya no debe regresar a ser dos otra vez, lo que implica que el matrimonio como la base de la formación de la familia debe ser indivisible tal como lo es también la Santísima Trinidad, creadores de la familia. No es aceptable que el hombre se separe o divorcie de su mujer, y tampoco es aceptable que la mujer se separe o se divorcie de su esposo, a menos que haya una causal bíblica y justa que lo haga necesario. Aún si se tuviere que dar esta indigna situación, de ninguna manera está autorizado por Dios realizarlo, sino solamente es permitido por causa de la dureza del corazón humano (Mateo 19:7-9; Marcos 10:4-6). La unión de una pareja debe ser indivisible, por lo que ninguno debe considerar ni la separación ni el divorcio, porque tal indigna decisión no es del agrado de Dios.
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CONCLUSIÓN: Amados hermanos, la familia debe ser un reflejo de la presencia de Dios en esta tierra. Por eso es muy importante que todo aquel que tiene una familia, ya sea como hijo, como padre, como madre, como esposo, o como esposa, crea en Jesucristo como su único y suficiente Salvador y Señor, ya que bajo esta relación espiritual y seria con Jesucristo, las incapacidades del ser humano sea hombre o mujer, son regeneradas y capacitadas para que su matrimonio y familia viva siempre con éxito conforme al diseño de Dios. Puesto que Dios es el creador de la existencia de la familia, solamente él tiene el poder para suministrarle toda capacidad que requiera para poder cumplir su propósito, pero mientras el hombre o la mujer o ambos no busquen a través de Jesucristo los suministros divinos para su matrimonio, solamente encontrarán cada vez más, una puerta abierta hacia el fracaso. Como creyentes que somos en Jesucristo, que ninguno deje que nada influya para destruir a nuestras respectivas familias, sino que velemos para salvaguardar su número, comunión, unidad, e indivisibilidad.
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[1] Leer el libro en: http://cdn.preterhuman.net/texts/literature/in_spanish/John%20Gray-Los%20hombres%20son%20de%20Marte%20las%20mujeres%20de%20Venus.pdf
[2] https://es.wikipedia.org/wiki/John_Gray_(psicolog%C3%ADa)
[3] http://www.iglesiareformada.com/Catecismo_Menor_Westminster.html (Leer pregunta y respuesta # 6).
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