LA SOBERANÍA DE DIOS SOBRE LA NATURALEZA, Por: Diego Teh.

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LA SOBERANÍA DE DIOS SOBRE LA NATURALEZA

Varios textos.

Predicado por primera vez por el Pbro. Diego Teh Reyes, en una reunión familiar el día martes 1 de Septiembre del 2015, a las 20:00 horas.

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   INTRODUCCIÓN: Decir que Dios es soberano significa que Él gobierna y tiene el control no solamente de determinadas áreas de lo que existe, sino de absolutamente todo cuanto Él ha creado.  No hay nada que escape de su soberanía.   A través de todas las páginas de la biblia se puede encontrar el tema de la soberanía de Dios asociado con cosas, objetos, personas, familias, aldeas, ciudades, y hasta elementos de la misma naturaleza, aunque para objetivo del mensaje de esta ocasión voy a enfatizar solamente su soberanía sobre toda la naturaleza universal, del cual aunque también hay una abundante cantidad de ejemplos bíblicos, utilizaré solamente algunos.  Cuando David dice que Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Salmo 19:1), no solamente es una apreciación de que la naturaleza es creación de Dios, sino que lleva el sentido de que la misma preservación de la creación a lo largo de los siglos, en ese entonces hasta la época de David, es por la soberanía de Dios que es expresada por la misma naturaleza.

   Mediante el uso de diversos textos de las Sagradas Escrituras voy a compartirles que Dios es soberano sobre la naturaleza la cual utiliza para que se cumplan sus propósitos para con los seres humanos.  /  ¿En qué aspectos Dios es soberano al utilizar la naturaleza para que se cumplan sus propósitos para con los seres humanos?  /  A través de este mensaje les explicaré algunos aspectos en los que se puede apreciar la soberanía de Dios sobre la naturaleza para el cumplimiento de sus propósitos con los seres humanos.

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   El primer aspecto en el que se puede apreciar la soberanía de Dios sobre la naturaleza, es en:

I.- SU SOBERANÍA PARA CASTIGAR.

   Voy a comenzar recordando que cuando ocurrió el diluvio en la época de Noé, las aguas del diluvio cayeron por control de Dios pues él le había dicho antes a Noé: he aquí que yo traigo un diluvio de aguas sobre la tierra” (Génesis 6:17a).  Aquí podemos observar que para castigar a la humanidad, el diluvio de aguas no vino a la tierra por sí solo o por ciclos naturales (pues en ese entonces, incluso ni se conocía la lluvia), sino que el diluvio se produjo por el control de Dios quien dijo a Noé: “yo traigo” y lo hizo en el momento justo que previamente anunció.

  Por otra parte, aunque Noé tuvo que meter todo tipo de animales en el arca, no fue él quien fue por ellos para traerlos, sino dice el relato de Moisés que:Vinieron, pues, con Noé al arca, de dos en dos de toda carne en que había espíritu de vida. /  Y los que vinieron, macho y hembra de toda carne vinieron,…” (Génesis 7:15,16).  Los animales vinieron, pero no vinieron por su propia iniciativa, sino porque Dios teniendo el control sobre ellos, hizo dirigirse hacia el arca de manera ordenada solo a aquellos animales que también por su gracia quiso salvar de la inundación.  Otra manera de ver la soberanía de Dios en la naturaleza, es que habiendo sido Dios mismo quien creó las plantas, los animales, y los humanos, Él mismo decidió acabar con casi todos ellos, excepto a los que salvó por medio del arca.

   Otro caso en el que vemos cómo Dios es soberano sobre los animales teniendo el control de ellos, es cuando Dios decidió enviar plagas a los egipcios que tenían esclavizado a los israelitas.  Dios usó ranas, piojos, y moscas (Exodo 8), la muerte de los ganados egipcios (Exodo 9:1-7), la úlcera que enfermó a otras bestias egipcias (Exodo 9:8-12), a las langostas que “consumió toda la hierba de la tierra, y todo el fruto de los árboles que había dejado el granizo; no quedó cosa verde en árboles ni en hierba del campo, en toda la tierra de Egipto” (Exodo 10:1-20, esp. v. 15).  Pero también Dios hizo caer sobre los egipcios granizo y fuego mezclado con granizo (Exodo 9:13-35, esp. V.24), y luego “hubo densas tinieblas sobre toda la tierra de Egipto, por tres días” (Exodo 10:21-29, esp. v. 22).  Todos estos ejemplos nos muestran cómo Dios tiene control sobre los animales y otros elementos de la naturaleza como el granizo y el fuego.  En este caso fue para aplicar su castigo para toda una nación.

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   El segundo aspecto en el que se puede apreciar la soberanía de Dios sobre la naturaleza, es en:

II.- SU SOBERANÍA PARA ALIMENTAR.

  Un caso interesante que ocurrió en el desierto, fue cuando el pueblo israelita exigía carne a Moisés, rechazando incluso el maná que Dios les daba, por lo que Dios decidió alimentarlos en esta ocasión con codornices.  Pero veamos la soberanía de Dios sobre estas avecillas al mismo tiempo que con el viento.  Moisés lo relata diciendo: “Y vino un viento de Jehová, y trajo codornices del mar, y las dejó sobre el campamento,…” (Números 11:31).  Esto significa que Dios es soberano sobre el viento así como sobre las aves, pues Dios es poderoso para cambiar el curso del viento, y de juntar cualquier cantidad de aves para enviarlas a un lugar específico.  Esto fue similar como cuando Dios dirigió a los animales hacia el arca para salvarlos del diluvio, solamente que en este caso envió solamente a miles avecillas de una sola especie.  Esta soberanía de Dios sobre las codornices tuvo la finalidad de alimentar a todo un pueblo.

  Otro caso del Antiguo Testamento durante la época de los reyes de Israel, que tiene que ver con el destacado profeta Elías, es cuando Dios le dice a este profeta: “escóndete en el arroyo de Querit, que está frente al Jordán.  /  Beberás del arroyo; y yo he mandado a los cuervos que te den allí de comer.  /  Y él fue e hizo conforme a la palabra de Jehová; pues se fue y vivió junto al arroyo de Querit, que está frente al Jordán.  /  Y los cuervos le traían pan y carne por la mañana, y pan y carne por la tarde; y bebía del arroyo” (1 Reyes 17:3b-6).  Dios le asegura que para alimentarlo, los cuervos estaban obedientes a su servicio, y según el relato así lo hicieron todo el tiempo que Dios quiso que Elías estuviese escondido en aquel lugar.  Otra vez podemos apreciar la soberanía de Dios sobre la naturaleza, teniendo el control de otra especie de aves, los cuervos, para alimentar aunque sea a una sola persona.

   Lo mismo ocurrió en una ocasión durante el ministerio de Jesús, cuando la gente que había seguido a Jesús no tenían comida. Jesús utilizando el donativo de un pequeño que le trajo además de cinco panes, también dos peces.  Pero dos peces para un Dios soberano encarnado en Jesús son suficientes para alimentar a más de cinco mil hombres sin contar mujeres y niños, pues dice la historia que Jesús mandó a la gente recostarse sobre la hierba; y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a la multitud.  /  Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas.  /  Y los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños” (Mateo 14:19-21).  En este caso, la soberanía de Dios se vio manifestada en la persona y obra de Jesús para alimentar a una multitud, haciendo uso de dos nobles elementos de la naturaleza acuática.

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   El tercer aspecto en el que se puede apreciar la soberanía de Dios sobre la naturaleza, es en:

III.- SU SOBERANÍA SOBRE LO PEQUEÑO.

   En una ocasión que Jesús enseñaba a sus discípulos que ellos valen mucho más que lo que cuesta dos pajarillos, se los ilustró de la siguiente manera: “¿No se vende dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre.  /  Pues aun vuestros cabellos están todos contados (Mateo 10:29).  La Traducción en Lenguaje Actual, de una manera más entendible lo expresa diciendo: Dos pajaritos no valen más que una moneda. Sin embargo, ningún pajarito muere sin que Dios, el Padre de ustedes, lo permita.  /  ¡Dios sabe hasta cuántos cabellos tienen ustedes en la cabeza!” (Mateo 10:29, TLA).  Aunque con este ejemplo, Jesús explicó el cuidado aún mayor que tiene sobre sus criaturas humanas, su explicación hace evidente la soberanía de Dios sobre las cosas pequeñas que es probable que para muchos de nosotros pasen desapercibidos en nuestra consideración.

  El punto aquí dentro de esta ilustración que explica la soberanía de Dios sobre la naturaleza aún sobre seres y cosas pequeñas es cuando Jesús refiriéndose a los pájaros dice a sus oyentes que “ningún pajarito muere sin que Dios, el Padre de ustedes, lo permita”, y refiriéndose a los cabellos que hay en la cabeza de cada ser humano (sean pocos o muchos) dice que “Dios sabe hasta cuántos cabellos tienen ustedes en la cabeza”  y creo que sin exagerar sabe hasta el grosor y el largo de cada cabello, y que aplica el mismo principio de que no se cae ni un solo cabello de nadie si no es por su permiso.  Esto es soberanía de Dios, el que tenga el control no solo de las cosas grandes y majestuosas sino también de las cosas pequeñas, disponiendo de sus vidas o existencias, y en el caso de los cabellos hasta de su caída o fortalecimiento.

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   El cuarto aspecto en el que se puede apreciar la soberanía de Dios sobre la naturaleza, es en:

IV.- SU SOBERANÍA PARA PROTEGER.

  Para explicar este aspecto voy a recordarles que durante el tiempo que Dios permitió que los israelitas estuvieron cautivos en Babilonia, sucedió que tres jóvenes llamados Sadrac, Mesac, y Abed-nego, amigos del profeta Daniel, por preferir obedecer a Dios antes que al rey Nabucodonosor fueron echados en un horno de fuego, como castigo por no rendirle adoración a una estatua de oro que este rey pagano mandó hacer de sí mismo.  Pero lo relevante de esta historia no es que hayan sido echados en el fuego, sino lo siguiente que Daniel nos relata diciendo: “…la llama del fuego mató a aquellos que habían alzado a Sadrac, Mesac y Abed-nego.  /  Y estos tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo.  /  Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey.  /  Y él dijo: He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses.  /  Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiendo, y dijo: Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salid y venid. Entonces Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron de en medio del fuego” (Daniel 3:22-26).  ¿Por qué el fuego no hizo ningún daño a estos tres varones sino que solamente se paseaban entre el fuego como si estuvieran en un local con aire acondicionado?  La razón es porque Dios por su soberanía tiene en sus manos el control del fuego, otro elemento de la naturaleza. La presencia del cuarto varón que sin duda es una manifestación de la presencia de Dios, es la evidencia de que Dios es soberano para nulificar los efectos naturales de un elemento como el fuego con el propósito de proteger sus hijos fieles.

   En otra ocasión, ahora Daniel, también uno de los cautivos, por su misma obediencia a Dios, fue castigado por el mismo rey Nabucodonosor, pero en su caso fue arrojado de noche en un foso donde habían muchos leones, pero al amanecer el mismo rey confirmó que Daniel estaba ileso, quien le explicó al rey Nabucodonosor: “Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño,…” (Daniel 6:22).  En esto también se puede apreciar que Dios es soberano sobre la naturaleza cerrando la boca de los leones, todo con el fin de proteger a uno de sus siervos fieles en medio de un imperio que desconoce por completo todo temor a Dios.

  Durante el ministerio de Jesús también tenemos, dentro de diversos casos, la ocasión cuando él y sus discípulos viajaban por mar desde Capernaum hasta Gadara, en el que según la historia “se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca”, pero según Mateo, Jesús “levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza. Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?” (Mateo 8:24-27).  La respuesta a esta pregunta es que aquel hombre es el Hijo del Dios soberano que tiene el control de la naturaleza como el viento y aún las aguas del mar.  Esta soberanía de Dios ejecutada por medio de Jesús, tuvo la finalidad de proteger del naufragio.

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   El quinto aspecto en el que se puede apreciar la soberanía de Dios sobre la naturaleza, es en:

V.- SU SOBERANÍA PARA PROVEER.

  En el antiguo testamento, en 1 Reyes 17 tenemos la historia de cómo Dios envía al profeta Elías a una población llamada Sarepta de Sidón, al norte fuera del territorio del pueblo de Dios, diciéndole “he aquí yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente” (1 Reyes 17:9).  La historia del caso continúa diciendo: Y cuando llegó a la puerta de la ciudad, he aquí una mujer viuda que estaba allí recogiendo leña; y él la llamó, y le dijo: Te ruego que me traigas un poco de agua en un vaso, para que beba.  /   Y yendo ella para traérsela, él la volvió a llamar, y le dijo: Te ruego que me traigas también un bocado de pan en tu mano.  /  Y ella respondió: Vive Jehová tu Dios, que no tengo pan cocido; solamente un puñado de harina tengo en la tinaja, y un poco de aceite en una vasija; y ahora recogía dos leños, para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo, para que lo comamos, y nos dejemos morir.  /  Elías le dijo: No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo” (1 Reyes 17:10-13).  Ella no sabía que Dios en su soberanía había determinado que de un puñado de harina y de un poco de aceite que ella tenía, ella iba a ser alimentado por muchos días y además con ello le daría también de comer a un hombre que seguramente era de buen comer.  Ella pensaba que las dos tortitas que haría con el puñado de harina sería la última comida de su vida y la de su hijo, y luego pues por la escasez de alimentos tendrían que morir.  No debió sonar muy agradable a sus oídos la petición que le hiciera Elías al decirle “hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo”.   El profeta le da a ella una buena razón para hacer una torta primero para él, diciéndole:   Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra.  /  Entonces ella fue e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella, y su casa, muchos días.  /  Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías” (1 Reyes 17:14-16).  Podemos ver en esta historia no solamente la soberanía de Dios controlando la harina y el aceite haciendo que estos rindan para alimentar a una viuda y a su hijo huérfano de padre, sino también la soberanía de Dios sobre la fe, ya que los habitantes de Sarepta de Sidón, una ciudad gentil, eran ajenos al pueblo de Dios, sin embargo esta mujer pudo creer en la promesa de Dios que le dijo el profeta Elías, debido a que Dios en sus designios había también ordenado no solo la provisión para ella, no solo la provisión para Elías, sino también la fe para una mujer que ni idea tenía acerca de quién es realmente el Dios de los israelitas.

   Poco tiempo después de Elías, en tiempo de su discípulo sucesor Eliseo, ocurre otra situación similar en la vida de “Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos.  /  Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite.  /   El le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas.  /  Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte.  /  Y se fue la mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos; y ellos le traían las vasijas, y ella echaba del aceite.  /  Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite.  /  Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios, el cual dijo: Ve y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede” (2 Reyes 4:1-7).  También en esta historia podemos observar la soberanía de Dios sobre la naturaleza, al hacer que del aceite de una sola vasija, sean llenadas todas las vasijas de todos los vecinos de aquella mujer también viuda.  No sé cómo le hizo Dios pero su soberanía determinó que su poder sobre la naturaleza hiciera que el aceite aumente para proveer a aquella viuda los recursos para el adeudo que le dejó su difunto marido.

  De manera breve también voy a mencionarles la ocasión cuando Jesús al principio de su ministerio, ante la carencia de bebida para los invitados a una fiesta de bodas en Caná de Galilea, Jesús convirtió el agua en vino para proveer a los esposos la solución de su problema de aquel momento (Juan 2:1-12).  Esta conversión del agua en vino, hace evidente que por medio de Jesús el poder de Dios es soberano sobre un elemento natural como el agua.

   En otra ocasión durante el ministerio de Jesús, que llegando Jesús y Pedro a la ciudad de Capernaum de Galilea, unos cobratarios de un impuesto de dos dracmas por persona para el templo, le piden a ellos que paguen juntos el total de cuatro dracmas, por lo que Jesús le dijo a Pedro: “para no ofenderles, ve al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que saques, tómalo, y al abrirle la boca, hallarás un estatero; tómalo, y dáselo por mí y por ti” (Mateo 17:27).  Para aclarar el estatero era una moneda que equivalía a cuatro dracmas.  Pero el caso aquí es que Dios teniendo el control hasta de los peces de mar hizo que uno de tantos peces se tragara un estatero (que quién sabe quién lo dejó en el mar), que en el justo momento que Pedro echara su anzuelo al mar, aquel pobre pez estaba listo para ensartarse en el anzuelo, teniendo a la vista una moneda en la boca, moneda que les daría a Jesús y a Pedro la provisión para el pago del impuesto para el templo que se estaba cobrando allá por Capernaúm.  Esto es la soberanía de Dios utilizando a un pez del mar para su propósito de proveer un recurso para una causa especial.

  El último caso que voy a mencionarles es el caso cuando Jesús había resucitado, pero no estaba más con sus discípulos.  Ellos, en una noche decidieron ir a pescar, pero por más que lo intentaron toda la noche, no pescaron ni un solo pez.  Repentinamente Jesús casi al amanecer se les aparece en la playa del mar de Tiberias, y les dice: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces” (Juan 21:6), y cuando Jesús les dijo: Traed de los peces que acabáis de pescar.  /  Subió Simón Pedro, y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, la red no se rompió” (Juan 21:10,11).  La única explicación para este evento es la soberanía de Dios quien tiene en sus manos el control de la naturaleza que incluye hasta la vida de los peces del mar.  Solo esa soberanía pudo haber juntado y traído ciento cincuenta y tres peces que no pasaron por sí solos por allí durante toda la noche, sino hasta el preciso momento que Jesús les da la orden de tirar la red a la derecha de la barca.

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   El sexto aspecto en el que se puede apreciar la soberanía de Dios sobre la naturaleza, es en:

VI.- SU SOBERANÍA EN TODO EL UNIVERSO.

  De manera breve voy a recordarles que en una ocasión cuando Dios dio la victoria a los israelitas que defendieron a los gabaonitas que hicieron pacto con ellos.  Dios enviando piedras de granizo derrotó a cinco reyes amorreos, al de Jerusalén el jefe del ataque, al de Hebrón, al de Jarmut, al de Laquis, y al de Eglón.  Mientras tanto “Josué […] dijo en presencia de los israelitas: Sol, detente en Gabaón; y tú, luna, en el valle de Ajalón.  /  Y el sol se detuvo y la luna se paró, hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos” (Josué 10:12b,13a).  ¡Qué atrevimiento de Josué de ordenar al sol y a la luna que se detengan!, pero se cumplió obviamente no por poder propio de la voluntad y palabra de Josué sino porque Dios quien tiene el control no solamente de las cosas que están en nuestro entorno cercano sino hasta de los astros como el sol que está a 149,600,000 kilómetros de la tierra, y de la luna que está a 384,400 kilómetros de la tierra.  Y esto no limita la soberanía de Dios sino que la Osa, el Orión y las Pléyades”, que se menciona en Job 9:9 y Amós 5:8, que están a mayores distancias también son gobernadas por el control soberano de Dios.

   Entre las constelaciones conocidas el Orión es la más grande que se encuentra a unos 1270 años luz[1]; luego le sigue la Osa, aunque esta es la más famosa y que sus siete planetas están entre los 80 a 125 años luz de distancia.  Una pléyade es un sistema de soles[2], que en el caso de nuestra vía láctea está compuesta por un sistema de siete soles del cual nuestro sol es uno de ellos.  Cuando la biblia habla de pléyades, significa que fuera de nuestra vía láctea hay otras con sistemas de soles, y aun sobre esas lejanas distancias del universo, Dios también es soberano sobre ellas, de la misma manera que es soberano sobre nuestro sol y sobre nuestra luna que un día se detuvieron Gabaón y en Ajalón.

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CONCLUSIÓN: Hay otros muchos casos y eventos que podría mencionar al respecto de la soberanía de Dios sobre la naturaleza, pero con esto será suficiente para este mensaje.  Conocer que Dios es soberano sobre la naturaleza debe despertar en nosotros una profunda gratitud por darnos cuenta que Dios controla la naturaleza para bendecir especialmente a sus hijos.

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[1] http://www.xatakaciencia.com/astronomia/la-nebulosa-de-orion-mas-cerca-de-la-tierra

[2] http://www.bibliotecapleyades.net/pleyades/esp_pleyades_0.htm

One thought on “LA SOBERANÍA DE DIOS SOBRE LA NATURALEZA, Por: Diego Teh.

  1. Muy buena la explicación sobre la autoridad de Dios sobre la naturaleza.
    Hay un pequeño error en el el pasaje de Daniel 6: 22, no es a el rey Nabucodonosor a quién Daniel, le informa lo sucedido, sino al rey Dario.

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