LA SOBERANÍA DE DIOS SOBRE LA VOLUNTAD HUMANA
Varios textos.
Predicado por primera vez por el Pbro. Diego Teh Reyes, en reunión familiar el día martes 8 de Septiembre del 2015, a las 20:00 horas.
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INTRODUCCIÓN: Cuando tenía 15 años de edad no tenía ni la menor intención de consagrar mi vida al servicio de Dios. Lo que sí recuerdo es que tenía un profundo interés por ser parte de un grupo musical para tocar cualquier instrumento que ellos me enseñaran, y pasaba por mi mente que con el tiempo organizaría mi propio grupo musical. En eso estaba sin darme cuenta que los planes de Dios para mi vida eran otros. Muy pronto fui invitado a recibir a Cristo y lo hice. No pasaron ni tres años, cuando sentí el llamado de Dios para el ministerio pastoral, y acepté hasta el día de hoy. Qué bueno que la voluntad de Dios triunfó sobre mi voluntad. Ahora me siento feliz al hacer lo que sé que glorifica a Dios. Dice Salomón en uno de sus proverbios que: “Del hombre son las disposiciones del corazón; mas de Jehová es la respuesta de la lengua. […] El corazón del hombre piensa su camino; mas Jehová endereza sus pasos” (Proverbios 16:9 RV60), que en palabras de otra versión dice: “El hombre propone y Dios dispone. […] El corazón del hombre traza su rumbo, pero sus pasos los dirige el Señor” (NVI). Y con respecto al versículo nueve, otra versión dice: “El hombre planea su futuro, pero Dios le marca el rumbo” (solo v. 9 TLA). Quizá más de uno de ustedes ha tenido la experiencia de no lograr lo que antes quiso, sino que Dios ha dirigido la vida de usted para ser justamente lo que Él ha querido que usted sea. Es gracias a que Dios es soberano sobre nuestra voluntad humana.
Hay muchos ejemplos bíblicos que ilustran esta verdad. Por ejemplo, el rey Herodes el Grande, en su afán por matar al niño Jesús, simplemente la voluntad de Dios no permitió que se impusiera su voluntad para lograr la muerte de Jesús. Herodes tras haber recibido la visita de los magos del oriente, les encomendó que cuando encontraran al niño Jesús regresaran para decirle dónde se encontraba. Los magos estaban sin ninguna malicia, dispuestos a regresar a informar a Herodes, pero Dios quien estaba al control de la circunstancia les reveló en sueños a estos magos que no regresaran con Herodes sino que se fueran por otro camino, y a José y María, padres terrenales de Jesús, les fue ordenado por medio de un ángel que huyeran hacia Egipto. Cuando Herodes se sintió burlado por los magos, ordenó una matanza de niños menores de dos años de Belén, pero la voluntad de Herodes de acabar con Jesús no se pudo cumplir, pues por más que la voluntad humana se quiera imponer, siendo Dios soberano sobre la voluntad humana, tiene la facultad de limitarla o cambiarla, y utilizar otros medios para no se den las circunstancias para el cumplimiento de nuestra voluntad sino solamente la de Él.
Basado en una variedad de textos bíblicos voy a enseñarles que Dios es soberano sobre la voluntad humana, permitiendo o no que la voluntad humana se cumpla. / ¿qué ejemplos tenemos en las Sagradas Escrituras que demuestran la soberanía de Dios sobre la voluntad humana? / A través de este mensaje voy a compartirles algunos ejemplos bíblicos que revelan que Dios es soberano sobre la voluntad humana.
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El primer ejemplo bíblico que revela que Dios es soberano sobre la voluntad humana es:
I.- EL CASO DE UNA CONSTRUCCIÓN EN SINAR.
Un grupo de los descendientes de Noé que se habían multiplicado y dispersado sobre toda la tierra, se establecieron en la llanura de Sinar (más tarde conocida como Babel), y se pusieron de acuerdo diciendo:“edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra” (Génesis 11:4). Esta era la voluntad humana que Dios mismo reconoció que “nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer” (Génesis 11:6), pero siendo Dios soberano sobre la voluntad humana, en lo que sugiere un diálogo entre sus personas divinas, nos explica Moisés que Dios dijo: “descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero. / Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad” (Génesis 11:7,8). Si Dios hubiese querido, hubiese dejado que ellos terminaran de construir su torre hasta la altura que se propusieron, pero la voluntad de Dios no era que ellos se concentraran en Sinar sino que se dispersaran para poblar el resto del mundo, por lo que Dios permitió que iniciaran su torre pero más adelante se los impidió confundiendo su lenguaje hasta que finalmente los esparció para cumplir así la voluntad de Él, dejando de esta manera sometidas sus voluntades a su Divina soberanía.
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El segundo ejemplo bíblico que revela que Dios es soberano sobre la voluntad humana es:
II.- EL CASO DE UN JOVEN VENDIDO A EGIPTO.
José el último de los hijos de Jacob, fue vendido como esclavo por sus hermanos para luego ir a caer en manos de un oficial egipcio llamado Potifar, quien por trampas de su esposa hizo que pusieran a José en la cárcel, pero como Dios estaba con José, muy pronto fue privilegiado en manos del Faraón. José, habiendo sido dotado por Dios desde su adolescencia tanto para recibir revelaciones por sueños, como para interpretar sueños, después de muchos años de haber sido vendido, tras interpretar un sueño del Faraón que revelaba que los Egipcios tendrían siete años de abundancia, y luego que vendrían siete años de hambre, el Faraón lo puso como gobernador para administrar las cosechas de los primeros siete años. Cuando llegaron los siguientes siete años de hambre, Egipto, estaba preparado para enfrentar los años en que no habría suficiente cosecha, por lo que venían gentes de otros lugares a comprar provisiones en Egipto (Génesis 37-45).
Un día sus hermanos llegaron a Egipto en busca de alimento, y fueron al palacio del gobernador que ahora ya no se llamaba José sino que por decreto del Faraón ahora se llamaba Zafnat-Panea (Génesis 41:45), que nunca se imaginaron que se trataba de su propio hermano menor José a quien hace como quince años atrás habían vendido. En el segundo viaje de compras, de sus hermanos, José les dice:“Yo soy José; ¿vive aún mi padre? Y sus hermanos no pudieron responderle, porque estaban turbados delante de él. / Entonces dijo José a sus hermanos: Acercaos ahora a mí. Y ellos se acercaron. Y él dijo: Yo soy José vuestro hermano, el que vendisteis para Egipto. / Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros. / Pues ya ha habido dos años de hambre en medio de la tierra, y aún quedan cinco años en los cuales ni habrá arada ni siega. / Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberación. / Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios, que me ha puesto por padre de Faraón y por señor de toda su casa, y por gobernador en toda la tierra de Egipto” (Génesis 45:3-8).
Esta historia de José, nos deja ver que aún sobre la equivocada voluntad y decisión de los hermanos de José, de venderlo solamente para deshacerse de él, Dios estuvo sobre la voluntad de ellos, permitiendo que este mal ocurriera a José, pero como parte de un plan que sus hermanos no alcanzaban ni siquiera imaginarse. Ellos no se imaginaban que como quince años después habría un hambre regional que los llevaría a Egipto a conseguir alimentos, menos se imaginaban que estaban enviando a José para que quince años después él sea su proveedor de alimentos, pero Dios en su soberanía sobre la voluntad del hombre había permitido que se cumpliera la voluntad de los hermanos de José, llegando a ser casi fratricidas, con la finalidad de que soberanamente se cumpla un plan de Dios de proveer alimentos en tiempo de escacés a los patriarcas principales de quienes formaría su gran pueblo especial. José había entendido esta soberanía divina sobre la voluntad cuando les dice a sus hermanos: “para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros, […] Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberación. Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios”.
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El tercer ejemplo bíblico que revela que Dios es soberano sobre la voluntad humana es:
III.- EL CASO DEL ENDURECIMIENTO DEL CORAZÓN DE UN REY.
Basta con leer la historia del Faraón de la época de Moisés. Cuando Moisés le comunicó a este rey que el Dios de los israelitas exigía que ellos sean libertados de la esclavitud a la que estaban sometidos dejándolos ir al desierto para celebrarle fiesta a Jehová, el Faraón simplemente respondió: “¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel” (Exodo 5: 2). Y así se comportó Faraón con un corazón duro por lo menos unas diez ocasiones más hasta que Dios trayendo diez plagas sobre los egipcios sacó a los israelitas de Egipto. Pero antes, Dios le informó a Moisés: “…yo endureceré el corazón de Faraón, y multiplicaré en la tierra de Egipto mis señales y mis maravillas. / Y Faraón no os oirá; mas yo pondré mi mano sobre Egipto, y sacaré a mis ejércitos, mi pueblo, los hijos de Israel, de la tierra de Egipto, con grandes juicios”(Éxodo 7:3,4). Y así lo hizo Dios, enviando diez grandes plagas, hasta que por fin los egipcios dejaron libres a los israelitas. Luego de cada plaga, cuando parece que el Faraón les dejaría libres, solamente nos enteramos de que “…el corazón de Faraón se endureció” (Éxodo 7:13), “endureció su corazón”(Éxodo 8:15), “el corazón de Faraón se endureció” (Éxodo 8:19), “Mas Faraón endureció aun esta vez su corazón” (Éxodo 8:32), “Mas el corazón de Faraón se endureció” (Éxodo 9:7), “Pero Jehová endureció el corazón de Faraón” (Éxodo 9:12; 10:20,27), “se obstinó en pecar, y endurecieron su corazón él y sus siervos. / Y el corazón de Faraón se endureció” (Éxodo 9:34,35), “ Pero Jehová endureció el corazón de Faraón” (Éxodo 11:10). .En este caso, Dios estaba demostrando su soberanía sobre la voluntad de humana, haciendo que este rey endureciera su corazón en contra de la voluntad de Dios, para que la voluntad divina se tenga que cumplir aunque sea por medio de la ejecución de sus justos juicios. La voluntad humana por más poderosa que sea no puede ser soberana como la de Dios.
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El cuarto ejemplo bíblico que revela que Dios es soberano sobre la voluntad humana es:
IV.- EL CASO DE LA APERTURA DE UN REY PAGANO.
Un ejemplo post-exílico es que dice la Escritura que “En el primer año de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, despertó Jehová el espíritu de Ciro rey de Persia, el cual hizo pregonar de palabra y también por escrito por todo su reino, diciendo: / Así ha dicho Ciro rey de Persia: Jehová el Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá. / Quien haya entre vosotros de su pueblo, sea Dios con él, y suba a Jerusalén que está en Judá, y edifique la casa a Jehová Dios de Israel (él es el Dios), la cual está en Jerusalén” (Esdras 1:1-3). Ciro, debería estar orgulloso por la caída del imperio babilónico y que ahora es el nuevo emperador; también debería como todo emperador sentirse ambicioso para acaparar cuanto territorio pudiera; sin embargo debido a que Dios estaba actuando soberanamente sobre la voluntad de este emperador, él reconoce que no eran los dioses propios de su cultura quienes le habían hecho emperador, pues dice a sus propios súbditos: “el Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá”. Así actúa Dios soberanamente sobre la voluntad humana, eliminando de su vida la ambición, sustituyéndolo con el deseo de servirle. Salomón un hombre que experimentó la soberanía de Dios en su vida como tercer rey de Israel, y quien habiendo conocido por lo menos la manera cómo Dios actuó sobre su padre el rey David, escribió que: “Como los repartimientos de las aguas, así está el corazón del rey en la mano de Jehová; a todo lo que quiere lo inclina“(Proverbios 21:1). No importa si se trataba de un rey del pueblo de Dios o si de un rey extranjero pagano, Dios “a todo lo que quiere lo inclina”, y así lo hizo con Ciro un pagano rey de Persia.
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El quinto ejemplo bíblico que revela que Dios es soberano sobre la voluntad humana es:
V.- EL CASO DE LOS REPATRIADOS DE BABILONIA.
Cuando los judíos que estuvieron 70 años exiliados en Babilonia, comenzaron a regresar luego de la caída de Babilonia, y por decreto de un nuevo emperador Persa (cf. Esdras 1:1-3), todos ellos fueron enviados a Judá con la comisión de edificar la casa de Dios en Jerusalén, pero cada quien se ocupó solamente en edificar su propia casa con la mejor artesanía que pudo haber conseguido. Cuando a través del profeta Hageo, Dios les hace un reclamo les dice: “Este pueblo dice: No ha llegado aún el tiempo, el tiempo de que la casa de Jehová sea reedificada”. / […] / ¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta? / […] / Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto. / […] / Subid al monte, y traed madera, y reedificad la casa; y pondré en ella mi voluntad, y seré glorificado, ha dicho Jehová. / Buscáis mucho, y halláis poco; y encerráis en casa, y yo lo disiparé en un soplo. ¿Por qué? dice Jehová de los ejércitos. Por cuanto mi casa está desierta, y cada uno de vosotros corre a su propia casa” (Hageo 1:2,4,6,8,9).
La soberanía de Dios sobre la voluntad humana de aquellos judíos repatriados, se ve en que ellos estando concentrados solamente en su voluntad personal de prosperidad, Dios no les permitía prosperar por más que lo intentaban, porque la condición que Dios les había establecido es que mientras no le obedezcan: “…yo lo disiparé en un soplo” (v. 9), aún sobre todo aquello que habían conseguido, pues esa había sido la causa por la que nunca tenían lo suficiente aunque trabajaran de sol a sol. El ser humano puede tener la libre voluntad de prosperar, pero sobre su voluntad, Dios tiene la última palabra.
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El sexto ejemplo bíblico que revela que Dios es soberano sobre la voluntad humana es:
VI.- EL CASO DE UN HOMBRE RICO QUE ERA SU ÚLTIMO DÍA DE VIDA.
En los evangelios contamos con el relato de un hombre que vino desesperado a pedirle a Jesús el favor de que aconsejara a su hermano que dividieran justamente una herencia porque al parecer no le daban a él su parte. Jesús entonces le relató a él y a todos los presentes, una parábola que trataba acerca de:“La heredad de un hombre rico había producido mucho. / Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? / Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; / y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. / Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?” (Lucas 12:16-20). La intención principal de Jesús era que el hombre que anhelaba una herencia no se apasionara por acumular riquezas. Pero en el caso del relato vemos a un hombre que debido a que consideraba que tenía asegurado su futuro “para muchos años”, su voluntad principal era: “repósate, come, bebe, regocíjate”, pero no contaba con que la soberana voluntad de Dios tenía determinado que ese era el último día de su vida en la tierra, por lo que le dicen: “Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma”. Así vemos que Dios es soberano sobre la voluntad humana no permitiendo que se cumpla la voluntad humana por más noble que esta sea y más cuando solo es para placer humano como el caso del rico de esta parábola de Jesús.
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El séptimo ejemplo bíblico que revela que Dios es soberano sobre la voluntad humana es:
VII.- EL CASO DE LOS APÓSTOLES EXPERTOS PESCADORES.
La historia que ahora les quiero enfatizar es que una de las noches recientes a la resurrección de Jesús, el apóstol Pedro, motivado quién sabe por qué, le dijo a sus demás compañeros: “Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada” (Juan 21:3). Tanto Pedro como algunos de los apóstoles habían sido expertos pescadores, así que la causa de su fracaso de aquella noche no era por la falta de experiencia en la pesca, sino que había en ello una intervención de la soberanía de Dios sobre sus voluntades para no permitirles salirse con las suyas. Ellos tenían la voluntad de pescar porque se sentían desanimados en seguir el ministerio para el cual Jesús los había capacitado; Pedro estaba poniendo a prueba sus antiguas capacidades como pescador probablemente para dedicarse nuevamente a ello, pero oportunamente Dios no les permitió pescar nada, para que se dieran cuenta de que Dios no estaba ajeno a sus vidas para acompañarles y ayudarles durante su apostolado. Quizá no era tan fácil pescar, pero tampoco tan difícil, pero aquella noche los peces simplemente se fueron de aquella zona del mar.
Después de casi toda aquella noche, casi al amanecer, se presenta Jesús con ellos y les dice: “Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces. / […] / Y los otros discípulos vinieron con la barca, arrastrando la red de peces, pues no distaban de tierra sino como doscientos codos. / […] / Subió Simón Pedro, y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, la red no se rompió” (Juan 21:6,8,11). Cuando la soberanía de Dios actúa sobre la voluntad humana, los resultados serán siempre mejores, pues si ellos hubiesen pescado como es normal en una pesca ordinaria, no hubiesen notado que Dios no les abandonaría nunca. Luego de este evento milagroso dirigido por la soberanía de Dios que también trajo a los peces directamente a la red, Pedro fue confrontado por Jesús mismo para amarle y ser pastor de sus ovejas, a lo que Pedro consagró decidido y de todo corazón toda su vida, sin tener que volver al oficio de la pesca. Todo porque la soberanía de Dios operó sobre la voluntad de Pedro y sus demás compañeros apóstoles.
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El octavo ejemplo bíblico que revela que Dios es soberano sobre la voluntad humana es:
VIII.- EL CASO DEL DON QUE NO FUE VENDIDO A SIMÓN SAMARITANO.
En los Hechos de los Apóstoles tenemos la historia de un hombre llamado Simón (que no es Simón Pedro, el apóstol Pedro), sino un hombre que se había dedicado a engañar a la gente diciéndoles que sus artes mágicas eran el poder de Dios. Por fin tras la llegada del diácono y evangelista Felipe a Samaria quien predicaba el evangelio del reino de Dios, este hombre mago se convirtió al evangelio y se bautizó. Pero un día que llegaron a Samaria los apóstoles Pedro y Juan, quienes al imponer las manos sobre los creyentes ellos recibían el Espíritu Santo, Simón quedó impresionado y él también quiso tener el poder de hacer lo mismo, por lo que se le ocurrió ofrecer dinero a los apóstoles para que le dieran a él ese don. Este Simón les dijo a los apóstoles: “Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo” (Hechos 8:19), pero como ningún don de Dios depende de quien quiere, el apóstol Pedro le dijo: “Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero. / No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios. / Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizá te sea perdonado el pensamiento de tu corazón” (Hechos 8:20-22).
Creo que una razón por el que Dios no le dio a Simón ni al principio ni después el don de imponer las manos para que los creyentes reciban el Espíritu Santo, es porque su corazón no estaba preparado para esa gracia. Debido a que la quería comprar, era muy posible que también se le ocurra venderla para recuperar su inversión. Por más que alguien tuviese un fuerte deseo de tener un don específico de Dios, tal persona no lo tendrá si Dios no se lo quiere dar. Así vemos manifestada la soberanía de Dios sobre la voluntad humana de Simón, al no serle concedido un don de Dios ni siquiera por haber previamente creído en Jesús, y mucho menos por pensar que los dones de Dios pueden ser obtenidos por compra-venta.
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El noveno ejemplo bíblico que revela que Dios es soberano sobre la voluntad humana es:
VIII.- EL CASO DE LA SALVACIÓN QUE ES POR MISERICORDIA.
El apóstol Pablo, explica a los romanos que Dios no elige a nadie por las obras que uno haya hecho o pueda hacer, sino que el fundamento de la elección de Dios es como Él dijo antes a Moisés: “Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. / Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. / Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra. / De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece” (Romanos 9:15-18; cf. Exodo 33:19). En su contexto el apóstol Pablo acaba de explicar que Jacob no siendo ni primogénito, ni tenía obras buenas para merecer una elección de Dios, fue electo por Dios para ser el eslabón por medio de quien Dios fundaría su pueblo escogido. Quizá Jacob no era la persona mejor indicada para encabezar aquel linaje santo, pero aunque Dios lo sabía, no fue impedimento para que Él escogiese a Jacob, pues su elección dependió no de sus obras sino de la voluntad de Dios al tener misericordia de Jacob.
La soberanía de Dios sobre la voluntad humana se puede ver en que la salvación de los seres humanos no depende del simple deseo de una persona, sino de Dios mismo que pone en tal persona tanto el deseo de querer la salvación como el de hacer la voluntad de Dios (cf. Filipenses 2:13). Si alguien pudiese por sí mismo desear la salvación, y no le fuese dado por Dios la gracia de ser salvado de la condenación eterna, tal persona se quedaría junto con su noble deseo, perdido para siempre en la condenación del infierno ardiente. Pero cuando Dios da a una persona la gracia de la salvación, tal persona por más rebelde que se manifieste ante tal gracia de Dios, finalmente tendrá que rendir su vida a Jesucristo aceptando ser salvado. De esta manera se manifiesta la soberanía de Dios, haciendo que personas rebeldes al evangelio, sean alcanzadas soberanamente con la salvación.
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CONCLUSIÓN: Amados hermanos, tengamos cuidado con nuestra propia voluntad, pues puede conducirnos no siempre a lo que es bueno, no siempre será agradable ni a Dios ni a los demás, y siempre será evidentemente imperfecta, pero siendo la voluntad de Dios buena, agradable y perfecta (cf. Romanos 12:3), procuremos voluntariamente conocerla para que ella forme nuestra voluntad, de lo contrario la soberanía de Dios actuará no voluntaria sino poderosamente para conducirnos a hacer no menos sino justo lo que Dios espera de nosotros.
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