CÓMO EVITAR CAER EN FALSEDAD, Por: Diego Teh.

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CÓMO EVITAR CAER EN LA FALSEDAD

Judas 17-23.

Predicado por primera vez por el Pbro. Diego Teh Reyes, en la congregación “Cristo es el Camino” de la col. Chuminópolis, de Mérida, Yucatán; el día domingo 20 de Septiembre del 2015, a las 10:45 horas.

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   INTRODUCCIÓN: Tan pronto como el evangelio se comenzó a propagar, surgieron en ocasiones falsos profetas, maestros, pastores, y hasta falsos creyentes.  El apóstol Judas, quien aun no siendo un gran escritor, demostró por su pequeña epístola una profunda preocupación por la falsedad que surgía en las iglesias de aquel tiempo.   Su objetivo al escribir su epístola, fue alertar a los fieles para que no se dejen engañar por ningún farsante de la fe.  Sin embargo, su mensaje no solamente es una alerta sino que también es un muy buen instructivo para quienes estamos en la verdadera fe.  El mismo contenido de alerta es una instrucción para que quienes procuramos ser fieles no caigamos en falsas actitudes propias de los que no son de Cristo.

   En el mensaje de esta ocasión basado en la epístola universal de judas, versículos 17 al 23, quiero compartirles algunas responsabilidades que un verdadero creyente debe asumir para no caer en ningún tipo de falsedad.  /  ¿Qué responsabilidades nos señala Judas que deben ser asumidos por un verdadero creyente para no caer en la falsedad?  /   De manera específica les compartiré algunas de las responsabilidades que debemos asumir para no caer en la falsedad.  He dividido el pasaje en tres secciones, la primera sección incluye los versículos 17 al 19, la segunda sección incluye los versículos 20 y 21, y la tercera sección los versículos 22 y 23.  De cada una de estas secciones les expondré una responsabilidad que se debe asumir para no caer en la falsedad.

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   La primera responsabilidad que debe asumir un verdadero creyente para no caer en la falsedad, es:

I.- EVITAR LA ACTITUD PROPIA DE LOS FALSOS.

   Comenzando con Jesús, luego por los apóstoles, hemos sido alertados que dentro del rebaño de Jesucristo se infiltrarán falsos maestros, falsos profetas, falsos pastores, y otros falsos personajes.  Esa alerta no fue solamente para las iglesias del siglo I, sino para las iglesias de todos los tiempos, incluyendo las de este siglo XXI.   Por parte del apóstol Judas tenemos las siguientes palabras que escribió a los creyentes de las primeras generaciones: “Pero vosotros, amados, tened memoria de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo;  /  los que os decían: En el postrer tiempo habrá burladores, que andarán según sus malvados deseos.  /  Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu” (vv. 17-19).

   Judas describe a esos falsos como “burladores” que surgirán o llegarán en el cuerpo de Cristo.  Son personas que hacen todo lo posible para que un verdadero creyente cometa una falta delante de Dios, y luego, contrario a una actitud cristiana, se gozan en verlos caídos en error, y no contento con ello son capaces de difamarlos para que otros se enteren y sea vituperado el nombre de Cristo.  No creo que haya de estas personas entre ustedes, pero lo importante es que ninguno de ustedes tenga esta mala actitud en contra de un verdadero creyente.

   Luego describe que aquellos falsos “andarán según sus malvados deseos”.  Me gusta como la NVI traduce estas mismas palabras, pues dice de ellos que tales personas “vivirán según sus propias pasiones impías”.  De estos hay muchos en las iglesias.  Pero, repito, lo importante es que usted que habiendo sido perdonados sus pecados de su pasada vida impía, y habiendo recibido la salvación eterna, no siga o no regrese a vivir como lo hacía cuando usted no había recibido la gracia de Dios.

   Además dice Judas que tales personas “causan divisiones”.  Qué bueno si una iglesia se dividiera estratégicamente para ubicarse en distintas zonas de una ciudad y así alcanzar a otros para Cristo.  Sin embargo, estas personas que “causan divisiones” solamente lo hacen para arrastrar a otros hacia el error, y para mantener una enemistad contra el grupo de quienes no les siguieron.   Estos que “causan divisiones” suelen también hacerlo para imponer una doctrina equivocada a sus seguidores.  De vez en cuando se aparecen unos de estos en nuestras iglesias, pero impida Dios que usted sea una de estas personas que promuevan la división de una iglesia local.

   Y en seguida los describe como “los sensuales”.  ¿Qué es esto de ser sensual?  Otra vez quiero recurrir a la traducción de la NVI, que dice que son “los que […] se dejan llevar por sus propios instintos”.  Estas personas son las que no están dispuestas a someter su vida al control del Espíritu Santo, son las que no están dispuestas a ser obedientes.  Son las personas que hacen algo por lo general malo porque se les ocurre o porque se les pega la gana, y que ni reflexionan en ese momento ni después si lo que hicieron está mal o no.

   Y por último, dice Judas que estas personas “no tienen al Espíritu”, pues ya San Pablo decía a los Romanos que “si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él” (Romanos 8:9b).  No se trata de hermanos que todavía están creciendo en la gracia y no saben cómo hacerlo. Simplemente no son de Cristo.  Son gente que por sus malas intenciones, al no ser de Cristo, desean desviar de la verdad a los que son verdaderos creyentes, llegando a perjudicar en algunos casos el crecimiento espiritual no solo de una persona sino de toda una iglesia local.

   Lo que quiero enfatizar en este punto es que no podemos evitar que el falso sea falso, ni que se infiltre en una iglesia, aunque quizá podemos limitar sus actividades; sin embargo, es necesario que nos cerciorarnos que no seamos nosotros quienes caigamos en actitudes propias de los falsos.  Tenemos que cerciorarnos de manera personal si en verdad nuestra vida realmente ya pertenece a Cristo, y si en realidad estamos desarrollando una espiritualidad ferviente.

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   La segunda responsabilidad que debe asumir un verdadero creyente para no caer en la falsedad, es:

II.- MANTENERSE CONCENTRADOS EN EL AMOR DE DIOS.

   Judas escribió: “Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo,  /  conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna” (vv. 20,21).  La oración principal de esta oración gramatical no comienza en el v. 20 con ‘edificándoos’ ni con ‘orando’, sino en el v. 21 donde dice: “conservaos en el amor de Dios”, que en la NVI lo traduce diciendo: manténganse en el amor de Dios”.  De esta frase estoy fundamentando y enunciando la segunda responsabilidad  que debemos asumir para no caer en falsedad, que es MANTENERSE CONCENTRADOS EN EL AMOR DE DIOS.  Y las maneras de mantenerse concentrados en el amor de Dios, lo encontramos a través de los versículos 20 y 21.

   La primera manera de concentrarse en el amor de Dios para no caer en la falsedad es: “edificándoos sobre vuestra santísima fe”.  A este respecto, la iglesia en todos los tiempos siempre ha implementado algún sistema educativo para edificar la fe de los creyentes.  En la actualidad, y en nuestra iglesia contamos con la Escuela de Formación Cristiana que funciona tanto los domingos como entre semana, pero ha sido una herramienta que muchos creyentes no aprovechan, dejando así de edificarse en la santísima fe.  En la actualidad están de moda algunas doctrinas que no son doctrinas de la santísima fe, como la teología de la prosperidad que enseña que uno por ser hijo de Dios el Rey debe necesariamente ser rico, lo cual ni quiera es cierto en la vida de Jesús que nunca tuvo riquezas terrenales.  Otra doctrina que no es de la santísima fe es la que enseña a uno a hacer declaraciones como “yo declaro que tendré dinero”, “yo decreto que soy sano”, etc…, pues al afirmar que algo va a ser una realidad en la vida de uno solamente por hace una afirmación como esas, uno niega la soberanía de Dios, uno niega el valor de la oración, pues nunca vemos a ni un solo apóstol ni a Jesús haciendo decretos a su favor sino antes se ponen en oración a Dios.  Pero muchos hermanos en la actualidad están practicando inconscientemente estas doctrinas por no conocer bien las doctrinas de nuestra santísima fe.  Y eso es el resultado de no edificarse en la fe, es el resultado de no mantenerse en el amor de Dios, lo que hace que muchos creyentes caigan en la práctica de la falsedad.

   La segunda manera de concentrarse en el amor de Dios para no caer en la falsedad es: “orando en el Espíritu Santo”.  Para mantenerse en el amor de Dios, o para que uno se conserve en el amor de Dios, es necesaria la práctica de la oración, porque una persona que no ora, es más fácil que caiga en tentación.  Ya lo había dicho Jesús a sus discípulos cuando los dejó una hora para que oren, pero cuando regresa los encuentra dormidos, y sus palabras a ellos fueron: “Velad y orad, para que no entréis en tentación” (Mateo 26:1; Marcos 14:38; Lucas 22:40,46).  La falta de oración es la evidencia de una vida no concentrada en el amor de Dios, y traerá como consecuencia un creyente que muy pronto podría caer en alguna falsedad.

   Y la tercera manera de concentrarse en el amor de Dios para no caer en la falsedad es: “esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna”. Con esta frase, Judas se estaba refiriendo a la espera del regreso de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, cuya venida es considerada para los que somos creyentes como una manifestación de misericordia porque por el hecho de haber creído en él como Salvador, el creyente no enfrentará ninguna culpa ni sentencia de condenación, sino que solamente recibirá el cumplimiento pleno de la vida eterna.  Cuando un creyente no está pendiente todos los días de que está esperando el regreso de Jesús, no puede decirse que está concentrado en el amor de Dios, sino al contrario algo le está distrayendo del amor de Dios.  Y si uno no está consciente de esa sublime espera, uno es capaz de hacer cosas indignas de un creyente, llegando a caer en falsedad de conducta congruente con la fe que uno profesa.

   Así que amados hermanos, si alguno desea permanecer, conservarse, o mantenerse en el amor de Dios, para no caer en falsas conductas no propias de un cristiano, haga estas tres cosas: edifíquese en la santísima fe, ore a Dios todos los días, y espere todos los días el regreso de Jesús.

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   La tercera responsabilidad que debe asumir un verdadero creyente para no caer en la falsedad, es:

III.- AYUDAR MISERICORDIOSAMENTE LA VIDA ESPIRITUAL DE TODOS.

   Toda persona que ha creído en la persona y obra de Jesucristo no solamente ha recibido el beneficio de ser salvado de la condenación del fuego del infierno, sino que también al mismo tiempo ha sido llamado para ayudar a otros a salir del peligro eterno en el que se encuentran sus almas.  Judas dice a los verdaderos creyentes: “A algunos que dudan, convencedlos.  /  A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor (tengan cuidado, NVI), aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne” (vv. 22,23).  Con estas palabras Judas está hablando al parecer de tres grupos de personas con quienes tenemos una constante relación humana y que los creyentes tenemos para con ellos la responsabilidad de realizar una tarea salvadora que debe ser realizada con profunda misericordia.

   El primer grupo se trata de personas que por la gracia de Dios ya están dentro de la comunión de la iglesia, no necesariamente convertidos a la fe, pero albergan en sus mentes dudas que no les permiten tomar la decisión favorable de aceptar para su salvación a Jesucristo y su evangelio.  A estas personas hay que convencerlas, pues dice Judas: “A algunos que dudan, convencedlos “, no como si su salvación dependiera de nuestra habilidad de palabra y de convencimiento, sino que es un deber de toda la comunidad de creyentes seguirle compartiendo las palabras del evangelio que le convenzan a decidir por su salvación por medio de Cristo.  La NVI al traducir las palabras de Judas hacia los que dudan, dice: Tengan compasión de los que dudan”, lo que indica que esta labor de convencimiento hay que hacerlo con un sentido de misericordia por sus almas que están todavía en peligro de condenación eterna.

   El segundo grupo de personas es de quienes dice: “A otros salvad, arrebatándolos del fuego;…”.  Creo que se trata de personas que no tienen ninguna relación con la iglesia de nuestro Señor, y que se encuentran en total desconocimiento de su destino rumbo al fuego del infierno, o aun sabiéndolo y estando al borde de caer definitivamente al fuego, no les importa ni lo más mínimo salvarse, pues no pueden ver la gravedad de su estado, ni pueden aceptar que necesitan ayuda de Dios para que su destino eterno sea glorioso y no horroroso.  Con estos, la tarea es más difícil, prácticamente hay que trabajar con ellos desde cero.  Hay que salvarlos con misericordia como el bombero salva a uno que se encuentra rodeado por las llamas de un incendio.

   El tercer grupo de personas es aquellos de quienes dice: “de otros tened misericordia con temor (tengan cuidado, NVI), aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne”.  Se trata de personas de las que hay que tener cuidado.  No se trata de las que están en la iglesia con sus dudas que pueden ser clarificadas, ni de las personas que están al borde de la condenación pero que pueden ser salvadas, sino de aquellas que por más que uno haga no vendrán a la fe, y que al mismo tiempo como contraparte están activas buscando llevar al descrédito a los hijos de Dios.  Hay que tener cuidado de aquellas personas que podrían estar ofreciendo trampas o aparentes beneficios a los creyentes que podrían hacer que uno ofenda el nombre de Dios y su Hijo Jesucristo.

   Es importante que en nuestras relaciones humanas, demostremos que somos creyentes en Jesucristo, y que se está desarrollando en nuestra vida, un carácter genuino, congruente, y digno de la gloriosa fe salvadora que profesamos.  La misericordia que ha sido aplicada por Dios en nuestra vida debe ser compartida con las personas con quienes convivimos, especialmente con aquellas que todavía no han probado la satisfacción que trae el aceptar la misericordia de Dios.  Si practicamos esto, no caemos en falsedad, pues nuestra fe será conocida por nuestra digna práctica.

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   CONCLUSIÓN: Amados hermanos, como dijera Salomón, el fin de este discurso es este: Evitemos toda actitud indigna que ponga en entredicho nuestra legítima y genuina fe en Jesucristo, que nos haga caer en falsedad de testimonio.  Primero, cerciorémonos que no tenemos conductas que son propias de los que falsamente se ostentan como hijos de Dios; segundo, mantengámonos concentrados en el amor de Dios; y tercero, ayudemos misericordiosamente a que sean salvos todos los que se reúnen con la iglesia y a los que ni se relacionan con la iglesia ni les interesa su salvación.

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