TODA LA CREACIÓN DEBE DAR SOLO A DIOS LA GLORIA
Salmo 148.
Predicado por primera vez por el Pbro. Diego Teh Reyes, en una reunión familiar el día martes 3 de Noviembre del 2015, a las 17:00 horas.
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INTRODUCCIÓN: “No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, por tu misericordia, por tu verdad” (Salmo 148:1), son las palabras con las que inicia el Salmo 148, que toma en cuenta que entre el ser humano y Dios, quien no merece ninguna gloria es el ser humano, y quien merece toda gloria es Dios, y que si el ser humano no le da la gloria a Dios, de todas maneras Dios tiene toda la libertad de glorificarse a sí mismo aunque a la fuerza en todos y cada uno de los seres humanos como individuos, familias, organizaciones, tribus, pueblos, naciones, razas, e incluso como género humano. Sin embargo, es mucho mejor decidir voluntariamente dar a Dios y solo a Él la gloria, antes que Él la tome de nosotros con su justicia e ira de por medio. Dar la gloria a Dios, y solamente a Él, es uno de los temas fundamentales que se enseña a través de todas las Sagradas Escrituras, como un deber universal y no solamente de algunas cuántas cosas y personas.
El Salmo 148 que hemos leído en esta ocasión es esencialmente una oración para pedir a Dios que intervenga a favor de ellos para librarles de sus enemigos, y así Dios reciba tanto de su pueblo como de sus enemigos, la gloria que Él se merece, pues Él y solo Él merece toda la gloria. Sin embargo, en el desarrollo de todo el Salmo, su autor mientras ruega la intervención de Dios por su pueblo, al mismo tiempo menciona algunas entidades generales que tienen el deber de dar SOLO A DIOS LA GLORIA. / ¿Cuáles son algunas de tales entidades generales que tienen el deber de dar SOLO A DIOS LA GLORIA? / A través de este mensaje les compartiré solamente tres de las entidades generales que tienen el deber de dar SOLO A DIOS LA GLORIA.
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La primera entidad general que tiene el deber de dar SOLO A DIOS LA GLORIA, es:
I.- TODA LA CREACIÓN.
El Salmo 148 para especificar las entidades de la creación que deben glorificar a Dios, hace un breve listado representativo de las cosas y seres que deben dar alabanza a Dios, e incluye a los mismos cielos, los ángeles, el sol, la luna, las estrellas, las aguas, los monstruos marinos, los abismos, el fuego, el granizo, la nieve, el vapor, el viento de tempestad, los montes, los collados, el árbol de fruto, los cedros, la bestia y todo animal, los reptiles, los volátiles (Cf. Salmo 148:1-10). Y la razón que da el salmista para que todos estos elementos representativos de toda la creación le den la alabanza a Dios, es porque “Su gloria es sobre tierra y cielos” (Salmo 148:13b). Estas palabras no solamente indican que la creación es la revelación visible de lo glorioso que es Dios, sino que también indica que Él debe ser glorificado tanto en la tierra como en el cielo. Dios, quien es Creador de todo lo que hay en la tierra y en los cielos, tiene el legítimo derecho de recibir de toda su creación, la gloria que le corresponde.
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La segunda entidad general que tiene el deber de dar SOLO A DIOS LA GLORIA, es:
II.- TODO SER HUMANO.
El Salmo 148 no solamente presenta un listado de todas las cosas y seres celestes, de la naturaleza, y hasta del reino animal que deben dar alabanza a Dios, sino que también incluye un listado representativo acerca de los seres humanos, mencionando a los reyes, a todos los pueblos, a los príncipes, a todos los jueces, a los jóvenes, a las doncellas, a los ancianos, a los niños, a su pueblo, a sus santos como entidades humanas específicas de quienes deben dar solo a Dios la gloria (cf. Salmo 148:11-14). Es así como de manera muy particular, los seres humanos tenemos este deber irrenunciable de darle solo a Él la gloria, bajo cualquier circunstancia social, política, o religiosa que uno se encuentre, sin distinción de sexo, edad, o cualquier otra característica que poseamos.
Como creyentes reconocemos, según se enuncia en el Catecismo menor de Westminster, con fundamento en las Sagradas Escrituras, que “el fin principal del hombre es glorificar a Dios, y gozar de él para siempre”[1]. Cuando a Dios se le da la gloria, el resultado es que tal persona, familia, agrupación, tribu, pueblo, o nación, e incluso cada iglesia local de nuestro Señor Jesucristo, será fortalecido con poder y más bendiciones para el cumplimiento de su razón de existir. El ser humano al glorificar a Dios podrá gozar de él plenamente, pero quien no le glorifica, su vida nunca tendrá sentido.
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La tercera entidad general que tiene el deber de dar SOLO A DIOS LA GLORIA, es:
III.- TODA AUTORIDAD.
Dentro del listado que hace el Salmo 148 acerca de quiénes de la categoría humana deben glorificar o alabar a Dios, enfatiza a un grupo de personas diciendo: “Los reyes de la tierra y todos los pueblos, los príncipes y todos los jueces de la tierra; / […] / Alaben el nombre de Jehová,…” (Salmo 148:11,13a); es decir, aquellos que están en autoridad sobre otros, que incluye representativamente no solo a reyes, príncipes, y jueces, sino a toda autoridad civil como presidentes de países, estados, municipios, comisarías, con todo su equipo de trabajo; incluye también a toda autoridad religiosa como ancianos, pastores, ministros, diáconos, maestros de iglesia, etc…; también incluye a toda autoridad familiar, como el esposo, el padre de familia, etc… En algunas de estas posiciones de autoridad, y para algunas personas, el mismo poder que les confiere la autoridad que poseen, les hace difícil dar la gloria a Dios, porque el ego humano y el éxito que van alcanzando les hace perder de vista la función que Dios desempeña en sus vidas; sin embargo, aun teniendo el privilegio de ser alguna autoridad, es un deber glorificar a Dios.
En el mismo libro de los Salmos, escuchamos al rey David, exhortar a los que están en autoridad, diciéndoles: “Tributad a Jehová, oh hijos de los poderosos, dad a Jehová la gloria y el poder. / Dad a Jehová la gloria debida a su nombre; adorad a Jehová en la hermosura de la santidad. […] / Jehová dará poder a su pueblo; Jehová bendecirá a su pueblo con paz” (Salmo 29:1, 2, 11). Los “hijos de los poderosos” son exhortados a dar “a Jehová la gloria y el poder”. Es obvio que David no descarta que toda la humanidad debe dar la gloria a Dios. David se estaba refiriendo con estas palabras no solamente a los hijos de los poderosos de su propia nación israelita sobre la que él reinaba, sino que también se estaba refiriendo a los gobernantes y sus hijos que son de naciones ajenas al pueblo de Dios, que no por no ser del pueblo escogido de Dios estén por ello libres de la responsabilidad de glorificar a Dios; sin embargo estaba animando a los de su propio reino que le diera solo a Dios la gloria. David por su parte estaba convencido que como rey o gobernante de su pueblo tenía que glorificar a Dios, y sin duda que lo hizo. Y él reconocía que cuando un pueblo comenzando con sus líderes o dirigentes glorifican a Dios, el beneficio no se hace esperar, pues David afirma junto con su invitación, que “Jehová dará poder a su pueblo; Jehová bendecirá a su pueblo con paz” (Salmo 29:11), como resultado de glorificarle solo a Él.
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La cuarta entidad general que tiene el deber de dar SOLO A DIOS LA GLORIA, es:
IV.- TODO EL PUEBLO DE DIOS.
Específicamente el final de este salmo, nos sugiere que el pueblo de Dios, el Israel de la antigüedad, estaba siendo o había sido exaltado, siendo ayudado por Dios para salir de algún problema que los estaba afligiendo como nación, pues el autor del salmo afirma: “Él ha exaltado el poderío de su pueblo” (Salmo 148:14a); y luego añade una exhortación a todo el pueblo de Dios diciéndoles: “Alábenle todos sus santos, los hijos de Israel, el pueblo a él cercano” (Salmo 148:14b).
Al principio del Salmo observamos que el pueblo de Dios estaba preocupado porque al parecer Dios no los estaba defendiendo de las naciones enemigos que los afligían. Entonces, le dicen a Dios: “¿Por qué han de decir las gentes: ¿Dónde está ahora su Dios?” (Salmo 115:1,2). El pueblo de Israel, siempre había sido defendido por Dios porque son su pueblo escogido. Nadie podía intentar tocarlos porque sin que los israelitas hicieran algo, Dios acababa con aquellos enemigos de su pueblo, así sean personas e incluso ejércitos extranjeros poderosos. Sin embargo, cuando los israelitas se portaban desobedientes a Dios, Él los dejaba sufrir e incluso perecer en manos de naciones enemigas que no le tenían a Él como su Dios, sino que cada que nación tenía a sus propios y supuestos dioses. Por eso, cuando los enemigos sometían y derrotaban a los israelitas, ellos (los enemigos) pensaban que era gracias a sus propios dioses (pues no entendían absolutamente nada acerca de la intervención soberana de Dios), y entonces se burlaban de los israelitas diciendo de ellos: “¿Dónde está ahora su Dios?”. Pero cuando los israelitas se arrepentían de sus malos caminos, luego de que sus enemigos les sometían y derrotaban, entonces clamaban a Dios (como en la ocasión de este Salmo) para pedirle que por misericordia intervenga por ellos, no para que sus enemigos y otras naciones vieran que ellos son poderosos, sino para que la gente sepa que el Dios de los israelitas que es el mismo Dios nuestro es el único Dios vivo y verdadero quien merece toda la gloria, pues le dicen a Dios: “a tu nombre da gloria”, al mismo tiempo que como pueblo renuncian recibir gloria alguna, pues le dicen a Dios: “No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria”.
Aunque lo que los israelitas buscaban era que Dios los defendiera y que derrotara a sus enemigos ya sea sin ellos o por medio de ellos, finalmente lo que querían como pueblo es dar la gloria a Dios, porque sabían que Dios es el único que merece toda gloria.
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CONCLUSIÓN: Cada uno de nosotros somos parte de la creación de Dios, y por tan solo eso debemos glorificarle reconociendo que Él es el Creador y nuestro Creador, siendo agradecidos a él por habernos dado la vida. Luego, pertenecemos al género humano, por el que también somos responsables de glorificarle, por habernos hecho tan especiales y distintos a un objeto, distintos a un animal, dándonos racionalidad, espiritualidad para relacionarnos con él, y eternidad para ser los únicos seres que podemos permanecer con él para siempre si no le rechazamos. Y además de eso, ahora hemos sido integrados a su iglesia su pueblo mucho más especial que el antiguo Israel por ser la nueva comunidad de sus santos a quienes nos brinda su gracia irresistible y salvadora, razón por la cual también es nuestro deber darle la gloria que solamente él merece. Además de todo lo anterior, hemos sido llamados a servir al Señor con nuestras vidas, con nuestro tiempo, con nuestros bienes, y con nuestros dones. Hagámoslo dando la gloria no a persona alguna ni a nosotros mismos sino SOLO A DIOS LA GLORIA.
Cantemos el himno A DIOS SEA LA GLORIA[2].
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[1] http://www.iglesiareformada.com/Catecismo_Menor_Westminster.html (respuesta a la pregunta No. 1).
[2] Himno No. 2, del Himnario Evangélico Presbiteriano “Solo a Dios la Gloria”.
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